LA CHINCHETA. Acción, reacción, repercusión.
Acción: Lo escribí en una Chincheta hace 10 días, el 15 de mayo, “La que se
avecina”, era cuestión de días, ahí están las hemerotecas. Dimitió la consejera
de Educación, María José
Guerra, mientras el caos invade a los centros educativos de cara al
próximo curso. Primero fue el regalo de la ministra, Isabel Celaá, lavándose las manos y dejando el “marrón”
del inicio del curso a cada Comunidad. “Ya que no se ponen de acuerdo, que
cada cual haga lo que le dé la gana...” dijo...
Reacción: la consejera fue “dimitida” tras duras críticas de sindicatos, partidos
de la oposición, y asociaciones de padres y madres, en pie de guerra por una
gestión desastrosa: la Consejería de Educación pretendía a su vez pasar el
“mochuelo” a cada colegio o instituto. El presidente del Gobierno (que olfateaba
ya el follón que se avecinaba), al final, sacó la goma de borrar y borró a una
buena catedrática en filosofía, pero muy floja consejera...
Repercusión: Tras la dimisión de Guerra, que se ha mandado a mudar, desbordada y pensando “ahí
les dejo eso, mis niños”, nadie sabe que va a pasar, ni cómo acometer el
inicio del próximo curso. Hay que ser serios, no estamos hablando de latas de
atún, estamos hablando de niños y niñas. Ayer me di una vuelta por varios centros
educativos. Las caras eran de pánico. La sensación es de abandono absoluto.
El día después: quedan tres meses por delante para articular medidas. El
sustituto, José Antonio
Valbuena (arquitecto e ingeniero) ya puede ir peregrinando a Candelaria
pidiendo favores divinos para reconstruir los puentes dinamitados. Por cierto,
la crisis se ha llevado por delante a las responsables de las dos consejerías
más importantes del Ejecutivo: Sanidad y Educación. Encontrar buenos generales
para una guerra nunca fue fácil, habrá pensado el Comandante Supremo Ángel Víctor Torres, sobre
todo si el nombre se lo dan, ya en sobre cerrado.
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