LA CHINCHETA. Entre Canalla y Malandros...

Ya lo dijo el escritor Patrick Rothfuss, en su libro “El nombre del Viento”: “El poder está bien, y la estupidez es, por lo general, inofensiva. Pero el poder y la estupidez juntos son peligrosos.” Al inicio de una larga y tórrida semana, antes de la Moción de Censura en Santa Cruz, aparecieron ya las primeras estupideces en las Redes Sociales, jaleando a los no conformes con ese instrumento democrático, a quedar antes del pleno, para liarla y reventarlo.
La Canalla comienza a ladrar...
Supongo que el aparato propagandístico, financiará también los churros y el cortado previo, para animar a la muchachada. La "Canalla" que mueve esto se descalifica por sí sola. Los "malandros" que lo han inducido, porque quien ejecuta es un triste pelele, se retratan totalmente ante un espejo que se llama “Ciudadanía”, solo que el espejo, al devolver la imagen, enseña un reflejo miserable y patético.

Y de verdad, quiero pensar que el PSOE en Santa Cruz, no está induciendo a estas soflamas muy peligrosas, que recuerdan otras épocas de la Historia de España que mejor ni nombrar. Lo peor de estas miserias, es que acaban descubriéndose, porque el tonto, aun fabricando basura, sigue siendo tonto.

Y que no me vengan ahora con aquel enlatado argumento de: “todo el mundo tiene derecho a manifestarse...”. Sí, por supuesto, siempre que no se coaccione y amenace a concejales electos, a personal del Ayuntamiento y a Medios de Comunicación por ejercer su trabajo. Eso, en el código penal, también tiene su hueco.

La Canalla en su salsa...
Cuando Bermúdez fue desalojado de la Alcaldía (a pesar de haber ganado las elecciones), mediante un pacto totalmente democrático y lícito, no recuerdo yo llamadas a la rebelión y a este sucedáneo de “Kale Borroca” por perder el poder. Sé perfectamente que, reunió a los suyos, les pidió que recogieran sus despachos, y que con el menor ruido posible se fueran a casa y a la oposición.

Espero simplemente, que la Moción de Censura sea lo que es, o sea, un acto legítimo y democrático, y que no conduzca a alteraciones de orden público o a agresiones. Si al final (los Dioses no lo quieran) ocurre algo grave, ni los perfiles falsos, ni tirar la piedra y esconder la mano, eximirán de su irresponsabilidad a los cobardes. La piedra lanzada al cielo suele ser caprichosa, nunca se sabe, a quién le puede caer encima.  

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