LA CHINCHETA. Pensaba en Adán...y en el Rey Juan Carlos (2)
La noche anterior no había dormido. Me despertaron a las dos
de la mañana. Era la época dura de la llegada de los cayucos. Llegaban varias
embarcaciones al día. Llegaban vivos...o muertos. Era terrible. Llegaban a
cualquier hora. Yo perdí el sueño, que casi 20 años después no he recuperado.
“Mañana, puntual a las 7.00 en casa del presidente”, (trabajaba entonces con Adán Martín), “vamos
a pedir amparo a la Corona,
Zapatero no nos hace
caso”. ZP
(por cuestiones políticas) estaba dando largas a una reunión largamente pedida por
una situación dramática, de muerte, y Adán, bastante cabreado, no se lo pensó dos veces. Tardaba
en tomar una decisión, pero cuando la tomaba...
Volamos a Gran Canaria. Allí se produjo la llamada a Zarzuela. El Rey Juan Carlos, estaba
en un acto. Quedamos a la espera y saltamos a Fuerteventura. Los días con Adán eran así: se sabía
donde se comenzaba, pero no donde se acababa. Atravesábamos las Dunas de Corralejo y llegó la respuesta. Íbamos
en dos coches, nosotros detrás, el presidente y su escolta Brito delante. Adán hablaba sin parar
por teléfono (habitual en él) mientras Su Majestad esperaba al otro lado.
Nos llamaron a nosotros. Le dijimos al conductor que
acelerara y adelantara al vehículo del presidente. Haciendo gestos ostensibles
lo hicimos parar en medio de las Dunas, con el viento rabiando y el mar encrespado,
de traje y corbata, nos vimos parados ante la mirada atónita de otros
conductores que debían pensar que estábamos locos.
Nos acercamos al coche de Adán, que seguía hablando por teléfono, sin
atender a nuestros gestos de que colgara y a los del policía Brito, que casi le tuvo
que gritar: “presidente, tengo al Rey al teléfono”, a lo que respondió,
fiel a su estilo: “¿por qué no me habían avisado...? Cuando cogió
el teléfono, pude oír la primera frase del monarca al otro lado: “Coño,
Adán, ¿estás en la playa...? alguien debió decirle que estábamos en las
Dunas...
Las puertas y ventanas del coche se cerraron. Y allí quedamos
mirando, con la arena ametrallándonos ojos, boca y pelo. Solo veía los gestos
de un hombre enfadado. Una conversación de Presidente a Rey. Probablemente
aquel día, D. Juan Carlos
I comprendió, desde el medio de una carretera en las Dunas de
Corralejo y escuchando en La
Zarzuela, el drama de muerte que estábamos viviendo.
Cuando se abrió la puerta del coche escuchamos un lacónico: “ya
está...”. Solo sé que llamaron desde Moncloa al día siguiente y se organizó la reunión.
Siempre me pregunté por qué la llamada ocurrió allí, en el mismo lugar donde con
frecuencia llegaban los cayucos llenos de vida...o de muerte. Cosas que tiene
la vida...y La Corona.
Comentarios
Publicar un comentario