LA CHINCHETA. La vida es un Carnaval
A pesar de ser algo lógico y esperado, ayer fue un día triste para los carnavaleros. “Lo que sólo ha conseguido la Guerra Civil Española, lo ha conseguido el COVID19”, comentaba uno de los tipos que más sabe de la fiesta chicharrera, Pedro Mengíbar. El alcalde Bermúdez (BM), acompañado por el concejal de fiestas, Alfonso Cabello, parecía que estaba en el velatorio del Entierro de La Sardina. No habrá Carnaval...
Fueron sinceros: “el carácter multitudinario, no
permite garantizar la seguridad sanitaria de la población”. El Carnaval
se celebra como tal desde 1961, por lo que fue una decisión difícil, y más para
un tipo como BM,
que lo vive a pie de calle y si hace falta aupado a la mesa. Al bueno de Cabello casi se le
escapa una lágrima. Se hará alguna actividad, de esas pánfilas, para recordar
que el Carnaval sigue ahí y que volverá (esperemos...) el próximo año.
Los políticos se salvarán de que las Murgas los pongan a
parir. Ya no oiremos a los feriantes gritando lo de “que rica la Chochona...”,
ni veremos la cara de “gufo mareado” de alguno al salir de las
atracciones. Los políticos no harán visitas a los locales de los grupos (para
alivio de estos). La oposición no podrá decir que la Gala de la Reina fue un desastre, y que se
gastó mucho dinero en los presentadores.
No habrá cola para comer “churros de resaca” y menos
aún apuros, en los días previos, para comprar cualquier bobería que ponerse.
Hasta Tato el Coneja,
estaba triste ayer y llamó a Pepe
el Isleta, el de Gran
Canaria, para saber si allí iba a pasar igual, “no sea que aquí
no haya y ustedes tengan, lo que faltaba...”. La llamada acabó a la
greña, porque metieron el futbol de por medio, y mala mezcla es ésa.
Se acabó el rollo de volver a casa de madrugada, de mano de
la piba que conociste esa noche, mascullando como pedirle el teléfono. No
veremos a la FU-FA corriendo de un lado para
otro, ni a la Unidad Móvil de mi querido José Juan Rolo, quemando las calles.
Cuénteme alcalde, que esto es un mal sueño carnavalero y me despertaré allá por
el 2022, al ritmo de una batucada.
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