LA CHINCHETA. Las dos cartas de Khrushchev
Cuentan que cuando Nikita Khrushchev dejó de ser Primer Secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética, escribió dos cartas y las cerró, dejando una nota escrita a su sucesor, Leónidas Brezhnev, que decía: “cuando en el futuro se encuentre en una situación desesperada para la que no encuentre solución, abra la primera carta y haga lo que en ella le digo. Si se vuelve a encontrar de nuevo en una situación delicada, abra la segunda carta”.
Al tiempo,
Brezhnev se encontró en una situación delicada, y recordó las
cartas. Abrió la primera, que tan sólo decía: “Écheme las culpas de todo”.
Así lo hizo, y culpando a Khrushchev
de los problemas, todo se aplacó, dejando el campo libre para el futuro. Sin
embargo, meses después, Brezhnev
se encontró en otra grave situación. Recordó la segunda carta, y la abrió, buscando
solución. La carta decía: “Siéntese, y empieza a redactar dos cartas
iguales a las que le dejé…”
Noemí Santana, Consejera de Derechos Sociales,
probablemente ha hecho lo que ha podido, pero me da que está pagando su falta
de experiencia en la gestión de un área muy delicada, en un escenario infernal.
Tampoco ha desarrollado lo que prometió: una Ley de Servicios Sociales,
aprobada hace año y medio. Un caos de gestión en su consejería, con personal insuficiente
y que está sobrepasado, pidiendo traslados.
Le pintaron la cara en el Parlamento a cuenta de la atención a los
dependientes (Se mandó a mudar para no escuchar), la Coordinadora de Entidades Sociales de Canarias (más de 30 asociaciones)
ha denunciado el desamparo al que están siendo sometidos por parte de la
Consejería. Por no hablar de los Centros de Mayores. Cito textualmente sus competencias: “Seguimiento,
control y evaluación de los centros y servicios propios o concertados para
personas mayores no dependientes”. Sin comentarios.
Ocupar un área por cuota política en un Gobierno es un hecho,
pero ese hecho hay que saber gestionarlo. Si no, tal vez otros, incluso de su
propia formación (UP), podrán hacerlo. Probablemente, ella misma, aunque no lo
admitirá, habrá pensado en escribir sus dos cartas... si no, se lo acabaran
pidiendo sus compañeros...
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