LA CHINCHETA DEL DOMINGO. Cenas de empresa...

Lo que eran y lo que serán este año. Antes eran las cenas del despiporre. Ahora se van a celebrar a lo zorro, con nivel 2, con test incluido, si lo encuentran claro, que creo escasean en las farmacias. Yo, por si acaso compré el mes pasado seis de esos, junto con los turrones. Antes la gente deseaba el momento de beber, cantar, bailar, el sorteo de la Chochona o del viaje a Lanzarote, pero este año habrá poco.

Se esperaban las cenas El Junquito, a lo terrenal, en sitios finos, en Los Limoneros, o en andurriales varios, para limar asperezas, para exaltar la amistad con el compañero eterno, o para leer la cartilla al zorro del jefe, que solía ponerse en la esquina para no recibir las andanadas del personal, puesto hasta arriba de pollo con papas, vino pirriaca y cubatas varios.

En un momento dado de la noche se liberaban los espíritus malignos, y nenes y nenas, trabajadores todo el año, compañeros de codo a codo, perdían el codo y cruzaban la frontera del amor eterno e inolvidable, por unos pocos de arrumacos al son de La Bachata. Cenas de empresa, donde buscabas a alguien y siempre había desaparecido por la puerta de atrás, pero nunca solo o sola.

Siempre acababan tarde a ritmo de marejada, con mano rumbo sur por la espalda. Noche del año donde la purga estaba permitida y donde la llegada de madrugada era examinada con microscopio, al olor de perfume mal disimulado. Tanto para él como para ella, el perfume es universal.  

Este año con un invitado especial que se ha invitado solo. Un tal COVID, que se va a sentar en la esquina de la mesa, a ver a quien se lleva, a hacer amor o muerte, a tu casa o a la mía. Mejor solos a casita. Cenas de empresa, ay Diosito, llenas de vueltas a casa agarrado, a la palanca de cambios, con lo de: “se me fue de las manos...”. Ay Diosito...