LA CHINCHETA DEL DOMINGO. La Matanza de Texas...

No me refiero al bodrio sangriento del tipo de la motosierra, que en aquel infumable “petardo” (llamarlo película sería insultar al Cine), hacia albóndigas con sus víctimas. Como ya intuirán, escribo de la carnicería perpetrada por un pirado de 18 años, esta semana, en una escuela primaria de Texas, que costó la vida a 19 escolares y dos profesoras. Solo se salvó un nene de 8 años. Ni él mismo es capaz de contar cómo escapó con vida...

Los americanos viven con ello. Son una sociedad sin historia y valores, y con un punto de podredumbre que les hace crear monstruos, como muchas otras; la diferencia es que también les proporciona armas para cumplir sus fantasías. “¿Cuándo, en el nombre de Dios, vamos a plantarnos frente al ‘lobby’ de las armas?”, ha dicho el Presidente Biden medio lloroso, en un discurso a la nación, muy a la americana...

A Dios, por lo pronto, déjelo tranquilo Sr. Presidente, que últimamente tiene muchos encargos. Apele, mejor, en el nombre del Congreso y del Senado que forman su clase política, temerosa de Dios...y de los fabricantes de armas. “Es hora de transformar este dolor en acción. Estoy asqueado y cansado de esto. Tenemos que actuar”. ¿Y a qué espera Sr. Presidente, a otra Matanza de Texas, o a que Dios eche una mano?

Lo habitual, es decir: “desalmado de mierda, pobres criaturas, se tomaron el Cola Cao, besito de mami y de ahí a la eternidad. Pobres padres, ya nunca lo superarán”. Como si eso arreglara algo. Lo difícil es meterles mano a unos “hijos de fruta”, maleantes, arrogantes, que mercadean con millones de dólares, a cuenta de vender fusiles de asalto a locos, como si de chupetes se tratará.

Me dirán si no, para qué carajo necesita un elemento de 18 años, dos rifles de asalto de uso militar. ¿Tal vez para mirarlos con cariño en el salón mientras se come una pizza? En nuestro país, ya hay un renombrado político de los de “!Cierra España!”, que ha defendido el uso las armas en defensa propia para "españoles honrados". Anden...hagan el favor de no dar ideas.