LA CHINCHETA DEL DOMINGO. Quiero morir en tu veneno...
Qué difícil es escribir este domingo, porque escriba lo que escriba, y pase lo que pase, va a quedar caducado en menos de 24 horas. En fin, así es la vida un humilde opinador. Hoy es el día de las sensaciones. Quiero morir en tu veneno, como cantaba Alejandro Sanz, un tipo elegante, con quien tuve la suerte de compartir una breve conversación hace años, después de una Gala de los Premios Dial. Otro día se las cuento...
Hoy me quiero morir en el veneno del CDTFE. Qué les voy a contar a esta hora
que ya no sepan. A algunos bobos como yo, nos metieron desde niños el veneno
por unos valores que casi no tienen nada que ver con el futbol, sino con el
esfuerzo, el amor, y con una imaginación arrebatada que me rompe de deseo. Y
hoy nadie me lo va a quitar...pase lo que pase.
Yo hoy siendo LM Ramis, el entrenador del CDTFE, químico de carrera, pero a lo que se
ve, magnifico comunicador también, les diría a los jugadores algo tan simple, como:
“por los que estuvieron y ya no están, por los que están, y por los que
un día estarán”. Ésa ha sido siempre mi arenga de guerra antes del peor
(¿o el mejor?), de los combates, y además si hay algo de veneno con sabor a
victoria, del bueno, directo a vena, mejor aún.
Quiero morir en tu veneno, el que cada día me das. ¿Tú me entiendes verdad,
muchacha linda? No puedo pensar. Tendría que cuidarte más. Estando contigo se
me derritió el polo de fresa, sí, el que mordimos labio a labio, duro y sin
compasión hasta casi romper el palo. Vergüenzas las justas ¿No? Travieso y
provocador que soy. Solo se trata de elegir el veneno que uno quiere y cómo uno
quiere quemarse con él. Si es de fresa mejor...
Esta noche, a las 22:30, me gustaría ser un tipo feliz,
diciendo que el CDTFE
está en primera. No por nada, es que básicamente me gustaría morirme en ese
veneno. En el de una ciudad en Primera, con 35 millones de ingresos más el
próximo año. Pero dejen si quieren “la pasta” a un lado. Venga va. Creo
que ya hemos pagado el precio de ganarnos un veneno justo. El de sentirnos
tinerfeños y canarios de Primera, porque es que nunca, a pesar de algunos,
hemos dejado de serlo.
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