LA CHINCHETA DEL DOMINGO. Malandros...

De “Malandros” (individuos a los que les gusta vivir bien y hacer bandidaje) está este mundo lleno. El malandro no entiende de fronteras, no tiene escrúpulos, si puede te pone la pata encima y se lleva la cartera. Es amigo de la ruindad, y de acechar en la esquina a su presa, para esquilmarla, sin que ésta se entere. 

El malandro, con esa sonrisa de medio lado, te levanta a la novia, roba a los amigos, engaña, deja cuentas sin pagar, y tiene una tesis doctoral en fechorías, para salir airoso de situaciones violentas. En política hay un selecto grupo de malandros, y estos son más peligrosos, porque manejan el dinero de todos y favorecen a otros malandros. Luego se reparten el botín y se ríen como el perro pulgoso.

La última del malandro, aquí en Canarias, está en las gasolineras. Ahora van, llenan el depósito y al pagar, no tienen crédito en la tarjeta, y nada de efectivo, y entonces se lía. El gasolinero no es autoridad para retenerlos, la policía por 60 euros no va, y entonces firman un papel en el que se comprometen a pagar en 72 horas. Nunca vuelven.

Como no superan los 400 euros, irse sin pagar es una falta, y la multa, si es que alguna vez llega, es del 30% de lo sustraído, como máximo. O sea, si llenan por 80 euros, pagarían 24 euros. Si es que encima ahorran...Conozco a un empresario de Candelaria que tiene 28 denuncias de éstas. Imagínense las amontonadas en el Juzgado...

La otra es que acercan el dedo al surtidor y hacen que tocan 10 euros de combustible, pero luego llenan el depósito. Al pagar les piden abonar la cantidad total, pero ellos dicen que solo 10 y que se revisen las cámaras, Efectivamente, aparece el dedo cerca del botón de 10, botón que nunca se apretó. ¿Lo ven? Cosas de malandros. Y se largan tan ufanos de su fechoría.

Siempre andan preparando la siguiente “malandrada”. Son como el caballo de Atila: por donde pasan queman la hierba, y si pueden, se la fuman. Expertos en disfrazarse de Caperucita Roja y pasar inadvertidos como el Hombre Invisible. Guárdeme Dios de los malandros, que de mis enemigos ya lo hago yo.

 

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