LA CHINCHETA. Por un abrazo...
No todo en la vida es crítica. No todo en la vida es opinión. A los que nos dedicamos a esto, se nos supone una especie de caparazón duro para diseccionar la realidad, interpretarla y machacarla si hace falta. En el fondo, creo, ese caparazón nos hace más sensibles aún. Es el caparazón de la tortuga que mira al mar para ir a refugiarse.
Saldremos de esta crisis, no sé las vidas que se llevará, ni el coste económico, solo sé que saldremos con un coste emocional importante. Nos miraremos con desconfianza, no nos abrazaremos tanto. Por eso, escondido en el caparazón del encierro, pienso que lo primero que voy a hacer es dar y pedir abrazos. Echo de menos, sueño con abrazar a mis seres queridos y a mis amigos.
“Dales más duro a los políticos Negrín, tienen la culpa de todo” me dicen muchos lectores de esta Chincheta, a la cual me abrazo muy a menudo. No, ahora no. Solo lo justo para que comprendan que, al otro lado de su castillo (muchas veces sustentado sobre arenas movedizas) hay un mundo de familias y valores, a los que esta pesadilla que vivimos, les ha arrebatado todo.
Todo menos una cosa, la capacidad de amar a nuestros seres queridos, aunque esa capacidad viva ahora con miedo, escondida en el caparazón de la tortuga. Pero finalmente saldrá y entonces seremos nosotros, los que arrebatemos todo. Si el Virus pudiera mirarme a los ojos y entender (dicen que son entes inteligentes y vivos), comprendería que se lo vamos a arrebatar todo.
¿Y el abrazo? Llegará después, volveremos, y nos abrazaremos. Mientras tanto, como decía Leónidas a sus guerreros antes de la batalla de las Termópilas, les digo yo a ustedes: “no le deis nada, arrebatádselo todo”. Estamos en batalla, y la estamos ganando. El día que nos podamos abrazar, sabremos que habremos ganado la guerra y superado la crisis. Lo haremos por todo en lo que creemos y por...un abrazo.  

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