LA CHINCHETA. Más vale tarde que nunca...

Cuentan que en La Gomera a veces se para el mundo. Y esperé un par de días para hablar con mis gomeros. “¿Cómo lo llevan, eso de poder estar en la calle...?” pregunté. “Uy mi niño, ¿tú no has visto el video en YouTube?” Ése que reta a ver quién hace chistes gomeros ahora, con mis paisanos en las terrazas, mandándose unos montaditos y cañas.

La Gomera siempre fue una isla sufrida. Con sus gentes acostumbradas a subsistir agarrados a una férrea disciplina de supervivencia. Sí, es lo que da crecer entre farallones y barrancos, en épocas en las que el silbo (¿creían que tenía otra razón de ser...?) era casi la única manera de comunicarse. El sabor amargo del llanto eterno (como cantaba Serrat), al son de las chácaras y el tambor, nunca fue gratuito. La isla, siempre pagó el precio de la soledad.

Por eso, al ver como ya se podían sentar a desayunar tranquilos en una terraza, primero que los demás y después de semanas encerrados, se rieron. Yo sentí emoción, nunca envidia sana, no, fue la emoción de verlos con ese pequeño triunfo (grande para ellos) de un café logrado antes que los demás.

Me los imagine pensando aquello que oía a los mayores, en la isla, cuando era chico: “la cosa aquí es tener paciencia, ganas de ser feliz, más vale tarde que nunca para empezar a vivir”. ¿Estado de Alarma? bendita paciencia la de mis gomeros, acostumbrados ya de por sí al traje de la soledad. “¿Nos mandan a casa encerrados?” nada nuevo para ellos. Ha sido solo una piedra más que cargar en el morral sin fondo de su supervivencia.

A ver si el “Gran Jefe Casimiro” nos deja importar algunas dosis de esa medicina. Será bienvenida. Y en los gomeros pensé: yo a solas encerrado, y ellos en su terraza bien acompañados, con esa medio sonrisa socarrona, diciendo “Uy mi niño, más vale tarde que nunca para empezar a vivir...y para tomar un café”.

@chinchetas



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