LA CHINCHETA. El oro del pueblo
Me duele escribir de esto, pero miré un establecimiento de
compra-venta de oro y se me vino todo abajo. La gente anda ya rebuscando el oro
y las joyas guardadas. Las casas de empeño van a reventar de ésta. Ya lo decía
hace unos días el gerente de un importante grupo nacional: "seremos de
los pocos negocios que funcionen tras la crisis". Lo tienen así de
claro. Hay una necesidad desesperada de efectivo y la plebe (y más de un ricachón...)
se ha lanzado a vender oro y joyas.
De hecho, han vuelto a abrir los “Montes de Piedad”, vieja
palabra ya olvidada. La actividad online del oro ha crecido un 300% desde marzo.
Es desgraciadamente la otra pandemia, la que iba a venir después de la
sanitaria. "Me da miedo el virus, pero más miedo me da perderlo
todo" comentaba ayer en TV un afamado empresario de cuenta bien
repleta. Si eso lo comenta el de la cuenta abultada, qué dirán los que tienen
la despensa vacía.
El dato es demoledor, de momento son 4,2 millones los empleados afectados por un ERTE durante la crisis sanitaria. Es el drama perfecto. Y lo que es peor, la ciudadanía no percibe aún la gravedad del asunto ni de lejos. El Coronavirus va a dejar una abultadísima factura en las arcas públicas. Se nos viene encima un plan de ajuste fiscal que nos va a levantar las patas del suelo. La crisis afectará a una generación completa. La sociedad no está en estado de alarma, sino de choque.
Ahora mismo solo tenemos una cosa en la cabeza: el ansia de
libertad. La imagen de los niños con mascarillas paseando por las calles pasará
a ser dentro de poco un recuerdo anecdótico. La imagen que durará mucho tiempo
será la de los negocios vacíos, mercados derrumbados, hoteles sin turistas y
colas para recoger comida. Con razón la gente, se ha ido a vender su oro...
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