LA CHINCHETA. Que Dios no lo quiera...ni Ángel Víctor tampoco

En Sanidad, al lamentable numerito del cese del Jefe de Urgencias del HUC (ya les adelanto que la cosa no quedará ahí) se añade ahora una lucha tribal por ver quien será el próximo consejero, visto que el actual interino, el abogado Julio Pérez, ha dicho a sus allegados: “estoy harto de marrones, a ver si me dejan en paz ya para volver a Justicia y administración Pública”, donde es obvio que se mueve como sapo en la charca.
El Portavoz Adjunto, Iñaki Lavandera...

Creo que, al bueno del Presi Ángel Víctor, se la colaron con el cese del Jefe de Urgencias. Dicen que cuando se enteró, sufrió una transformación genética y mutó a una especie desconocida en Presidencia. El grito, me dicen, se escuchó en lo más profundo de La Isleta, y es que el asunto de la Sanidad viene calentito. Se está proponiendo (él a él mismo) como consejero, el portavoz adjunto del PSOE en el Parlamento, Iñaki Lavandera, un economista majorero, que, ha pensado que eso de ser adjunto es cosa de pobretones.

Todas las alarmas se han disparado ya en el PSOE tinerfeño, que considera que esa plaza le pertenece. Con la boca chica, le han dicho al Presi que serán pacientes. En la trastienda, se oye un afilar de cuchillos bastante acojonante. Algún histórico del PSOE en la isla, ha dicho textualmente: “quien carajo es este recién llegado, que de sanidad sabe lo mismo que yo de la reproducción del alacrán”.

Iñaki Lavandera susurra por los pasillos, mientras otro líder del PSOE, comentaba ayer en el Parlamento: “claro, es que es adjunto porque, para ser titular, hay que estar a la altura” ¿qué habrá querido decir con eso? Los juegos florales del Sr. Lavandera son legítimos, pero igual no ha entendido aún que en su partido, las tribus tienen galones, y en el PSOE tinerfeño no son de los que hacen prisioneros.

Dicho esto, Ángel Víctor Torres tiene sobre la mesa un buen sancocho que comerse. Sobre el Diputado Lavandera, visto que ya había preguntado dos veces, cuestioné a un tercer “Sociata” para tomar el pulso a sus aspiraciones sanitarias, respuesta: “que Dios no lo quiera...ni Ángel Víctor tampoco”. Se largó riéndose y me dejó preguntándome, ¿Qué habrá hecho el tal Lavandera...?





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