LA CHINCHETA. La Carta de la vergüenza

Julio Pérez, consejero y Portavoz del Gobierno Canario, un tipo al que siempre he respetado por su trabajo y trayectoria, me dejo descolocado ayer, cuando le escuché en el Parlamento de Canarias defender (vaya un papelón) la labor del Ejecutivo en el tema de la inmigración y su relación con el Estado. Igual es que estoy perdiendo la perspectiva.

Me quedé totalmente desencajado cuando le oí decir que el Gobierno de Ángel Víctor Torres había elevado el tono con Madrid. Elevar el tono, ha sido, enviar una carta al Estado para que solucione y asuma sus competencias en el tema de llegada de migrantes. Y que cuanto antes se solucione el escenario dantesco del muelle de Arguineguín, al que ya conocen en España (y me temo que fuera también) como “el muelle de la vergüenza”

¿Cómo que enviar una carta...? ¿hace falta enviar cartas a estas alturas...? ¿hace falta una carta cuando las imágenes hablan por si solas? Una imagen vale mas que mil palabras. Una carta vale infinitamente menos que la penuria y la situación dramática de los 1300 seres humanos, que hace unos días dormían hacinados en el muelle, en carpas y alguno hasta al raso. ¿Qué pensará el presidente Sánchez cuando reciba la carta? ¿la mojará en el café, como una galleta?

¿Necesita el Gobierno del Estado algún tipo de comunicación oficial en papel, para darse cuenta del drama que se está viviendo, con seres humanos y niños? ¿Es acaso elevar el tono, mandar un papelajo, con el que el Estado se habrá (y perdonen la expresión) limpiado el trasero, para contarles lo que está ocurriendo?

¿Acaso no ven las noticias o hablan con el ministro Escrivá, el de la “agenda holgada”, que estuvo por aquí haciendo el ridículo? ¿la carta se la habrán mandado acaso al vicepresidente Iglesias, sin competencias en el asunto, pero tan competente en todo? Creo que Julio Pérez (él lo negará) no debió pasar un buen momento en el estrado del Parlamento, intentando defender algo que es absolutamente indefendible, y menos con una carta, probablemente, la carta de la vergüenza.

 

 

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