LA CHINCHETA DEL DOMINGO. Los Bobos...

Así nos conocían, a mi amigo Fernando Prieto y a mí, en nuestra época de trabajo en el Parlamento de Canarias. Los Bobos, pero más listos que los demás. Él, ya ensolerado y con prestigio brutal, Jefe de Protocolo de la Cámara, yo recién llegado, joven, y peleando camino, Jefe de Comunicación de la misma. Los dos ya nos habíamos batido el cobre en los andurriales de la política cuando fuimos Jefes de Protocolo y de Comunicación de la Presidencia del Gobierno. Bobos éramos y bobos seremos. Bueno, bobo seré yo. Tú no, Fernan, tú te has ido Bobo. ¿Por qué te fuiste Bobo...?

Un día apareciste por mi despacho, me miraste como el que mira a un recluta recién llegado y me dijiste: “a la una en el Duque (restaurante cercano al Parlamento), Bobo..., hay que trabajar...”. El Bobo y el otro bobo (o sea...yo) no sentamos a la una y comenzamos a caminar juntos, a planificar, a entendernos solo con la mirada, en 4 años maravillosos que jamás (y perdón por la expresión), en mi puta vida olvidaré. Un bobo y otro bobo, son dos bobos, pero dos bobos juntos pueden con todo, créanme.

Y me enseñaste a hacer los nudos Windsor de las corbatas, los dos frente al espejo. Me enseñaste a comportarme en las peores tormentas. A aplacarme, a algo que no se aprende en ninguna Universidad, a manejar las Relaciones Públicas como solo tú sabias hacerlo. A decir la verdad, e incluso a mentir de puta madre solo como tú sabias. En el Callejón del Combate nos respetaban, coño. Allí, pensamos estrategias, discursos, actos, y de todo, para presidentes y Diputados.

Tú y yo, solos, y siempre, porque cuando yo protestaba, eras un tolete y me decías: “Santi, servimos a la Comunidad Autónoma, a Canarias, Santi...no seas bobo”. Y yo lo entendí. Claro Fernan, servimos a esta Tierra Única. Y desde hace un par de días dejaste de servir porque el Covid te quiso llevar, pero tranquilo, me quedo yo sirviendo por los dos.

Ya no nos enfadaremos más por pilotar a medias el simulador el Airbus 320 de tu casa, a ver quien levantaba el avión primero siempre rumbo norte. Tampoco iré contigo a ver la lista de los Reyes Magos de tu mujer, de Rosy. Me decías que tenia el gusto de una mujer. Sí, Fernan, realmente soy medio mujer. Mira bobo, tu guerra en este mundo ha acabado ¿sí? Pero las hogueras siguen encendidas. Tú me esperas arriba, tranquilito en la barra de la puerta y le dices a San Pedro que la ronda la pago yo. Te quiero Fernan...

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