LA CHINCHETA DEL DOMINGO. Besos, abrazos, sudores y lágrimas...

Ahí tienen la imagen por si les quedaba alguna duda: el centro de cribado de Tincer, ayer por la mañana, vacío. Uno de los distritos más poblados de SCTFE. A mediodía habían ido solo 18 personas a hacerse la prueba gratuita para ver si tenían el COVID. Por la noche apenas un 2% de los 54.000 susceptibles de ir. Un montón de medios y recursos, para nada. A unos cientos de metros de allí, una conocida zapatería, famosa por sus ofertas, tenía una cola tremenda para entrar. Somos gente responsable a lo que se ve y debemos sentirnos muy seguros…

Me lo dijo hace ya un año, un prestigioso médico de urgencias, pero mejor compañero de docencia. Y al final, ha tenido razón este hijo de Hipócrates: “Santi, el COVID es como un ente vivo, un parásito, siempre buscará dónde sobrevivir, cuando ya no encuentre cuerpos mayores enfermos y débiles, irá por los jóvenes, sin piedad…”

Hace meses mirábamos a los jóvenes mientras morían nuestros mayores. Nosotros los creíamos (y ellos también) indestructibles y blindados ante el virus. Ahora son ellos a los que se come el “bicho”, y no hará prisioneros. Nuestra gente joven también va a morir por el virus. Es lamentable decir esto. Pero cuando uno ve un centro de cribado vacío, que debía de estar a reventar de pibes y pibas, deseosos de quedarse tranquilos o curarse, se le cae el alma al suelo. 

Eso sí, el viernes por la tarde, en el partido de España, en las terrazas, se besaban, abrazaban, estornudaban, se cambiaban los vasos, sin mascarillas, y con el virus, cuál perro pulgoso, en la esquina, descojonándose y deshojando la margarita a ver a quien se iba a cepillar. A mí se me acercó uno que no conocía de nada a besarme y abrazarme después de que Unai Simón parara un penalti y lo espanté de un manotazo. 

Y luego papá y mamá protestan porque encierran a sus hijos en un hotel, contagiados en un viaje de fin de curso, que ellos mismos autorizaron y pagaron. Se creían que los nenes iban a jugar al parchís. Y luego sudor y lágrimas, golpes de pecho y dónde está la libertad de mi hijo. La libertad de tu hijo, tolete/a está donde tú mismo se la has marcado, con tu grave irresponsabilidad como padre y madre. Así nos va...

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