LA CHINCHETA DEL DOMINGO. Un antes y un después...
¿Saben? Pensaba (tontito que soy...), que ya me las sabía todas en mi trabajo. Me he comido tormentas Delta, Riadas en Santa Cruz con el micro en mano y agua en las rodillas, he estado de enviado especial en “mierderos” varios, he visto niños muertos en pateras, y hasta me comí un golpe de Estado en Mauritania, además de una “balacera” en Caracas, y otra en Panamá, incendios varios, y asesinatos de mafias en el sur de Tenerife. Lo de La Palma me ha dejado tocado...
¿Cuánto durará esto…? Es la pregunta que martillea a todos
los que vivimos con angustia lo que está ocurriendo. Otros no, sobre todo en
tierras mesetarias castellanas, donde escuché hace un par de días a un conocido
contertulio de una cadena nacional de TV, decir que “los canarios no
tenemos cultura vulcanológica”. O a otro que “nosotros hemos
elegido vivir en tierras de volcanes que apechuguemos con ello”. Muchísimas
gracias, toletes, por tanta solidaridad...
Entre 24 y 84 días dicen los expertos (aunque ahora todos son
expertos), y otro asunto que desconocemos es: qué ocurrirá con la lengua de
lava en su recorrido hacia el mar. Ni siquiera sabemos si va a llegar. Si no
llega, sería un desastre, porque si la lava se estanca, la mancha se agrandará
y destruirá más casas y territorio, en vez de acabar muriendo en el océano.
Los Gobiernos (no podía ser de otra manera), han prometido
ayudas para reconstruir las viviendas. La pregunta es: ¿cómo se reconstruye un
hogar y una vida que ha costado décadas levantar? ¿Cómo se reconstruyen las
ilusiones perdidas? Cuando ni si quiera el suelo de ese hogar, donde crecieron
hijos y sueños, cubierto ahora de lava solidificada, podrá volver a usarse
jamás. Creo que, al volcán de Cumbre Vieja, o como quiera que lo llamen, lo recordaremos
siempre, y no precisamente como un espectáculo, sino como un desastre destructivo,
del que nos lamentaremos durante muchos años.
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