Sentado en una terraza, me quedé mirando con asombro. Solo veía “manzanitas mordidas” en los bolsillos traseros de los pantalones. Sí, ya saben, el logotipo del IPhone. Todos supermodelos de alta gama, que cuestan un ojo de la cara y la mitad del otro. Miré a mi celular (que ya va teniendo pocas células...) y pensé que incluso el asunto del aparato ese, nos convierte en viejos...
Mi pobre teléfono debía estar aterrorizado del lujo que se veía
alrededor. Jóvenes de todas las edades, menores, mayores, altos, bajos, calvos,
peludos, hocicudos, exhibían en su trasero, guardado en el bolsillo del
pantalón un smartphone de última generación. Ahora por lo visto la moda es esa,
llevarlo pegado al culete y exhibirlo. Ahí los ves, ufanos, sacándose el teléfono
del bolsillo y presumiendo con el colmillo brillando al hablar....
Y por supuesto que todo el mundo tiene derecho a tener lo que
le dé la gana, pero no sé como hacen para pagar dispositivos que valen más de
1000 euros y mantenerlos. Y sé que esto suena a tópico, pero muchos y muchas,
son los mismos que luego no llegan a fin de mes. Son los mismos que cobran una
pequeña ayuda, y luego tienen el teléfono a la última moda.
Pero lo dicho, cada uno tiene derecho a tener lo que quiera...mientras
puedas pagarlo. Y sé que esta reflexión no va a gustar a más de uno/a, pero se
queda uno asombrado. La vida hoy en dia se vive pegada al celular. Somos
prisioneros de esos pequeños aparatos, que valen una buena pasta, y que además están
programados para que duren dos años. Será que estoy envidioso de no tener uno
de esos teléfonos.
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