LA CHINCHETA DEL DOMINGO. Suena a coña...

Los farmacéuticos, un colectivo que se ha jugado la vida durante la pandemia, están muy contentos. No solo han dado la cara, se han jugado el pellejo, han muerto por el Covid atendiendo a la gente. Han hecho su trabajo, correcto. Pero que ahora, se les fije un precio mínimo obligado para vender los test de antígenos, sueña a coña de verdad...

Suena coña porque, sinceramente, y ni tengo farmacia, ni familia o amigos acólitos, los farmacéuticos, son los últimos en recibir el palo. Yo estoy encantado, maravillado, contentísimo de que los test cuesten 2,94 euros, pero el problema es el fondo y la forma.

El Gobierno de España acaba de comprar millones de test a 3,10, dejando con el pompi al aire a las pequeñas farmacias. No digo a las grandes, que el palo aguanta a la vela, imagínense a las pequeñas farmacias de pueblo, de esa España interior o de esos barrios de Canarias. Ahora los compra el gobierno. Ya podían haberlo hecho antes, y de paso bajar el precio de la luz, la gasolina o de la carne. ¿Se imaginan al gobierno fijando los precios a Mercadona por vender productos alimenticios de primera necesidad?

¿Que han ganado dinero? Supongo que sí, pero son empresas, muchas de ellas pequeñas farmacias familiares, rurales, de pueblo, que han tenido que ir a China, a comprar tests a precio de oro (chino: tipo agarrado donde haya…ñaka ñaka la pela), pagar aviones o barcos y traerlos. Pagar por adelantado. El Estado ha regulado un precio que en el mercado no existe, al menos para las farmacias. 

Traducción de todo este “mierdero”: que partir de ahora no habrá casi tests ya en muchas farmacias. Las pocas que quieran vender el Test lo harán perdiendo dinero, e incluso hay quien prefiere ni venderlos. A partir de ahora los Tests, a los centros de salud, colapsados hasta las orejas y que precisamente no son ahora mismo lugares placidos y cálidos para darse un paseo. Lo dicho, todo esto suena a una coña de la que no salimos...

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