LA CHINCHETA DEL DOMINGO. Crónica del Alba...

Denomino así a este artículo, por no llamarlo “Crónica de Guerra”, y por que lo escribo al alba. Y no pretendo emular al inolvidable Ramón J. Sender, en su más inolvidable aún “Crónica del Alba”, novela que les recomiendo, para que lean amor del bueno, entre dos niños, Valentina y Pepe Garcés, en las décadas previas a la Guerra Civil Española. 

Y es que, para que esconderlo, si nada lo remedia, vamos a años de guerra. No se ve solución. El Zar de todas la Rusias sigue cabalgando, y cabreando, cada vez más, a medio mundo. Apuntando a los países de la OTAN, matando a niños y tratando de justificarse a si mismo. Escuchaba ayer decir a un militar español, de Inteligencia, que lo más probable es que le pase lo que a Sadam Hussein, que lo asesinó su propia gente.

Ojalá me equivoque y le den el pasaporte, pero “PumPum Putin” es como gato panza arriba, y antes se lleva por delante su casa y la mía. Por lo pronto ya se está llevando por delante nuestros bolsillos. Los de los rusos deben estar bonitos también. Dentro de poco, para llenar el deposito del coche, le van a pedir a uno las dos últimas nóminas, el contrato, y hasta un avalista.

Aunque uno no sabe ya que pensar, porque la gasolina y la luz ya estaban disparatadas antes de la guerra, y ahora hay quien se empeña en justificar estas, y otras subidas con la guerra. Ya saben por donde voy. El ser humano es imprevisible. En la Pandemia acabamos con las reservas de papel de baño, como si no hubiera otra taza del váter más y ahora le tocó al aceite. Se van a freír hasta los caracoles.

Les digo de verdad, que es la primera vez en mis años de “contar cosas”, (y mira que las he visto feas...), que en un acto de cobardía periodística inaceptable para un tipo que lleva 27 años en esto, he apagado la Tele para no ver gente morir. Porque ése, y no otro, es el fondo de todo: que familias enteras están muriendo, y que un asesino se vanagloria de ello. Ya se hizo de día. Voy a por un café y una tostada con aceite de guerra...