LA CHINCHETA DEL DOMINGO. Una experiencia única...

¿Quieren vivir algo único en sus vidas, arriesgado, que les suba la adrenalina y que ponga a prueba su capacidad de supervivencia? tranquilos, no hace falta que se tiren en parapente o en tirolina: solo tienen (como fui yo el viernes), que ir a un gran supermercado, de esos mareantes, llenos de todo. Cualquier tarde hacia las 19:30. Eso sí se llama sortear obstáculos y jugarse el tipo...

Yo no sé si es que el estampido en los precios (el Índice de Precios al Consumo, casi un 10% más caro), ha puesto nerviosa a la gente, pero es que, en los grandes Super, solo se ve gente bailando merengue ripiado, moviendo las caderas en los stands de comida. Dándose codazos a ritmo de pizzas plásticas, salchichas y ensaladillas rusas (upss...), de dudosa reputación. En carnicería, sin embargo, ni un susurro: el solomillo suspira Arias de Amor, y el entrecot escucha algo de Mozart; ni el bistec de cerdo se deja sacar a bailar ya.

A otros los ves haciendo el “Pasito Tun Tun” con el carrito de la compra, arrollando a despistados y pisando patas y juanetes sin compasión. Un señor, en su pirueta de ballet, al verse atropellado, estampó contra el suelo dos tarros gigantes de mayonesa: imagínense el tenderete. Cuando sacan el pan del horno, aquello parece Heavy Metal con la gente rompiendo y manoseando las barras. Hasta el tomate y la cebolla, están tan sobados del Reggaetón diario, que se asustan cuando ven una manota cogerlos, para echarse un Maluma.

Lo de los precios viene de antes. Estamos pagando, seguramente, la “fiesta” de tanta ayuda pública. Es verdad que en La Pandemia fueron necesarias. Pero se cruzaron líneas rojas donde como en la Fiesta de Blas, muchos salieron con más subsidios de más. Hasta los macarrones y el arroz, que antes bailaban con la más fea, tienen ya lista de espera para “echar una pieza”. Cierto, una experiencia única ésta, la de los Super, sino fuera porque entre tanta música hay, tristemente, muchas familias que no llegan a fin de mes.