LA CHINCHETA DEL DOMINGO. Entre plataneras...

Pues sí, en Agulo, el pueblo más bonito de España (No lo digo yo, sino publicaciones y expertos de medio mundo), me perdí por las plataneras, donde cuando era niño, iba dar de comer a las cochinos, con un balde, que obviamente era “el balde del cochino”, donde se acumulaban las sobras diarias de las comidas en casa. Alguno y alguna todavía se revuelve cuando lo cuento...aquello olía a alcantarilla. 

Agulo es algo más que un pueblo. Nunca se tejieron tantas historias de amor, vida, supervivencia, e incluso rencores enquistados, como yo vi en el pueblo de mi padre, Inocencio. Ahí aprendí valores, enseñanzas y principios que hoy son ya animales en extinción. Las puertas siguen abiertas, la gente se saluda hasta 8 veces al día, y no hay casa en la que, si hay hambre, falte un plato de comida.

Hoy, donde las grandes ciudades se han comido todo, Agulo sigue pareciendo un reducto inconquistable, como la aldea de Asterix y Obelix. “Faltan servicios” o “es aburrido”. Pues miren, dependiendo del concepto que tenga uno de los servicios o lo aburrido. Una pareja de alemanes me comentó ayer mismo, que están dispuestos a vender todo en su país y venirse a acabar sus días aquí, en Agulo.

La alcaldesa Rosita, un motor diesel a plena revolución, lo tiene arregladito y acogedor. Otro asunto es el tema laboral de los jóvenes o la falta de perspectivas. Pero eso ocurre en tantos sitios...incluso de política se habla en Agulo, y entre plataneras también. Pero ya saben que la política, últimamente, me la guardo en el bolsillo abajo en el fondo.

Ayer, entre plataneras, me volví a querer un poco, a recordar viejas historias de vida, que solo guardo para mí, e incluso a pedirle al gallo de la mañana que fuera bueno, y cantara algo mas tarde. Volví a ser un ratito el niño atrevido que se bañaba en un pescante, saltando desde 10 metros, comía bollos con mantequilla o robaba flores para las muchachas al anochecer. Gracias a mi familia por inyectarme en vena todo eso. Y ojo, todo eso...entre plataneras, donde acabo de escribir esta Chincheta.  

 

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