LA CHINCHETA DEL DOMINGO. Bajo la Niebla...

Yo pensé que estaba en Tenerife. Subiendo por el Teide, como decía Valdano. “Fíjate tú”, como dicen los Laguneros. Y la niebla me trajo antiguos recuerdos, de cuando estudiaba en Londres y daba trompicones por las calles con niebla y sin ver nada. Bajo la niebla se ve todo diferente. Por no decir, que no se ve nada. La niebla debe tener cegado a más de uno. A alguno de nuestros políticos también ¿verdad?

Yo creo que en muchas cosas, en Canarias, en esta bendita tierra nuestra, vivimos en una niebla permanente. Bajo la niebla no vemos los precios, la cesta de la compra, los sueldos más bajos del país y estar a la cola de casi todo, de todo lo posible. No es que quiera ser tan negativo bajo la niebla, pero miren, es que son datos objetivos.

Vamos ya caminando en dos años de una inflación que nos está comiendo los bolsillos y quemando todo. El Euro, Todopoderoso Señor de La Guerra Antaño, ha perdido la batalla. Lo que llevan en la cartera, ha bajado entre un 15 y un 20 por ciento de su valor. Se habrán dado cuenta quienes vayan a hacer la compra. Miren lo que cuesta la carne, por ejemplo.  A este paso vamos a la dieta de arroz, pasta y salsa de tomate. Ni el pollo es asequible ya para muchas familias.

Bajo la niebla ocultamos muchas de nuestras miserias. Que la gente sigue yendo a buscar comida al Banco de Alimentos, o que se nos ha olvidado que una cosa llamada COVID, sigue devorando a gente, a nuestros mayores, que nunca debieron sufrir esto. No era un buen final para quienes han trabajado como “hijos de fruta”, para darnos lo que tenemos hoy en día.

Bajo la niebla, incluso hay espacio para amar y vivir. Ya saben que me encantan las historias de amor y vida. Que tu mano vaya, rumbo sur, por mi espalda, o que el gato de la esquina haga “miau” para darme vida. Bajo la niebla todavía hay esperanza. A ver si la niebla se disipa de algunas mentes, de esos que dicen que nos mandan. Seguro que al final de la niebla llegará la luz, como al final del túnel. Confíen en ello. No nos queda otra.

 

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